Se debe invertir en Ciencia y Desarrollo Industrial

México, un país de desarrollo medio y con problemas acentuados de violencia y pobreza localizada, no podía darse el lujo de errar en la elección de 2018. Tenía dos opciones: continuar con el modelo neoliberal que había exacerbado los problemas antes mencionados, u optar por un proyecto alternativo de nación que, sobre todo, ayudara a los más necesitados y fuera a la raíz de los problemas, aunque esto sea una apuesta de largo plazo. Bien, México no se equivocó en apostar por ese parteaguas que se hace llamar asimismo Cuarta Transformación de la vida pública de México, pero la tarea todavía no está completa, ni mucho menos.

6 años es un tiempo relativo. Para un proyecto personal o de bajo impacto, puede ser mucho y suficiente; para un proyecto de nación completamente estructurado y pensado para trascender en las siguientes generaciones, puede significar apenas los cimientos, y ese es el caso exactamente de la 4T.

El capital político del movimiento político que encabeza AMLO se ha utilizado para librar batallas importantes. Algunas de ellas se han ganado en el ámbito energético y de soberanía nacional, de fortalecimiento del Estado, de derechos individuales y, sobre todo, una gran politización de la sociedad mexicana; en cambio, otras se han perdido o no han tenido el impacto esperado. Y es que esto apenas comienza.

El saldo será positivo al finalizar la presidencia de AMLO en 2024, pero, ¿qué sigue?, ¿cuáles son las batallas políticas, ideológicas, informativas y legales que deberá asumir la 4T en caso de victoria de Sheinbaum?

Hay muchos flancos abiertos: el Poder Judicial de la Federación es, probablemente, el más importante y para ello se está pensando el plan C, es decir, obtener una mayoría en las cámaras para liberar el último bastión del conservadurismo; sin embargo, México tiene un pendiente con miras hacia su re industrialización y modernización: se debe invertir en Ciencia y Desarrollo Industrial.

Además de condiciones geopolíticas estables, o, dicho de otra manera, que nadie saboteé o desestabilice a los siguientes gobiernos, se necesita una política que promueva, por un lado, la atracción de inversión extranjera directa estratégica, que genere encadenamientos productivos con otras empresas mexicanas, que comparta su “saber hacer” y que confíe en el talento mexicano para puestos científicos y altos mandos; y por otro lado, se necesita hacer alianzas con el sector empresarial y con las Universidades para aumentar la producción científica, y que éste, a su vez, se traduzca en real beneficio para la población.

México no necesita inversión que venga por sueldos bajos, o darle dinero a empresas para que se beneficien ellas mismas; se necesita una nueva gestión del conocimiento que, ante todo, tenga por objetivo beneficiar a las grandes mayorías. Bienestar para las empresas y empresarios, sí; pero políticas redistributivas que garanticen que el último y mayor beneficiario del conocimiento generado sea el pueblo, y no unos cuantos bolsillos.

Y, por último, Sheinbaum, que viene de la academia y tiene formación científica, tiene mayor compromiso de promover políticas públicas encaminadas a que México se consolide como un país de vanguardia con relación a Propiedad Intelectual en América Latina.

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