Traición vestida de azul

El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, en su 5ª edición (DSM-5, en inglés), define las obsesiones en el trastorno obsesivo-compulsivo como “pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan, en algún momento durante el trastorno, como intrusas o no deseadas, y que en la mayoría de los sujetos causan ansiedad o malestar importante”.

A pesar del incesante discurso clasista de la derecha mexicana contra los seguidores del presidente, para quienes, según ellos, su figura es igual a la de un “mesías”, lo cierto es que, quienes de manera obsesiva centran su atención, comentarios y odio hacia la persona del primer mandatario, son precisamente ellos, opinólogos, analistas y políticos del viejo régimen; saben, como ya es conocido, que hablar de Andrés Manuel López Obrador, capta la atención, incrementa vistas, visitas a sitios virtuales y genera dinero; esto es más notable porque ahora nos encontramos en periodo electoral y por el desagradable incidente de intrusión a la embajada de México en Ecuador, por parte del gobierno del país sudamericano.

Si bien, hay un consenso general entre ciudadanos y actores de la política, tanto local como a nivel mundial, para condenar el allanamiento de nuestra embajada, no sorprende que exista personajes tan obsesionados hacia todo lo que haga o deje de hacer el presidente y que busquen, además, verse tan internacionales, que ofrezcan disculpas, de manera histriónica, hacia el autoritario presidente ecuatoriano Daniel Noboa, como hizo Lilly Téllez, por la “actitud gansteril” (sic) de López Obrador, rayando con sus dichos en traición a la patria.

Ante semejantes comentarios, quedarían claras dos cosas: primera, que de la política de “abrazos, no balazos” del presidente, de la que tanto se han quejado y hecho mofa los opositores al actual gobierno, son ellos mismos quienes también se han visto beneficiados al pasarles por alto atropellos tan claros como el de la senadora del PAN y segundo, que el deleznable adjetivo de “dictador” que endilgan al mandatario izquierdista, resulta obsoleto y fuera de toda lógica, por la misma actitud de perdón ante los agravios que han cometido políticos y afines a la derecha.

Y si bien, es decisión del presidente no involucrar en querellas legales a los ya mencionados fanáticos opositores, es bueno recordar que el apoyo a lo hecho por el presidente de Ecuador es un acto de traición a la patria, ya que el asalto a la embajada fue un acto contra el Estado mexicano y no solo contra AMLO. Con ello en cuenta, bien podríamos decir que el PAN es víctima de su propia política ya que, si su nacimiento como partido se dio en oposición de la expropiación petrolera y a favor de los intereses extranjeros, hoy su candidata a la presidencia de la república, reniega públicamente de ellos, como lo dejó ver en el debate presidencial y a su vez, una de sus integrantes en el Senado, lo hizo con el Estado mismo del que forma parte como poder legislativo.

Si ya se sabía de qué pie cojeaban, hoy más que antes está claro que, el PAN mismo representa la traición al pueblo y a la nación.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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