Soy orgullosamente #PataRajada

Opinión de Betty Gordon

Después de 1521 la dinámica social en las tierras de Mesoamérica cambiaron drásticamente, si bien antes, durante y después de la Guerra de Conquista los habitantes originarios sufrieron cambios drásticos en su forma de vida: se modificó la traza de las ciudades, los templos de sus dioses fueron sustituidos por Iglesias católicas, el idioma náhuatl fue suplantado por el castellano, la arquitectura de talud tablero desapareció y vinieron los edificios occidentales, también cambió en en mundo mesoamericano con la llegada de los europeos, es más, hasta la vestimenta y el calzado se transformaron pues llegaron las botas y los “chapines” que era algunos de los zapatos que usaban los españoles, por eso se les decía “Gachupines” qué quería decir “los hombres calzados con chapines” y a los “indios” para distinguirlos de los europeos, se les prohibió usarlos, su vestimenta se redujo a tilma, ropa de manta blanca y huarache, unificaron la ropa del natural para “borrar su personalidad”, tristemente esa peyorativa costumbre prevaleció por siglos, incluso la célebre Rosario Castellanos escribió en su obra esta frase lapidaria: “Todos los indios tienen el mismo rostro.”

Recordemos que en las civilizaciones mesoamericanas el no usar calzado era sinónimo de realeza, se dice que el propio Moctezuma Xocoyotzin andaba descalzo y cuando se celebraba alguna ceremonia o evento guerrero o civil, usaba sandalias de oro. También el clima cálido, las chinampas o la humedad pudieran haber favorecido el hecho que el calzado se usará con tiras de cuero o Ixtle y que el pie fuera casi descalzo. Con la imposición de las costumbres españolas cambio la vestimenta y se establecieron nuevas modas en la ropa, del calzado que se volvió un símbolo de estatus y que  chapín  se usaba también con una media. Sumemos a esto, el costo de los chapines o chapetones, pues no cualquier persona en la Nueva España podía darse el lujo de adquirir un par.

Los indios generalmente calzaron huaraches burdos, los pies expuestos sin protección a los caminos de polvo y lodo se resecaban, los pies de los campesinos que labraban la tierra también se lastimaban y se les abrían grietas, el trabajo duro, la exposición al Sol y la larga faena les deterioraba el cuerpo y la piel de los pies no fueron la excepción, en aquellos tiempos no había cremas hidratantes ni un especial cuidado, las personas vivían con los “pies rajados y sangrantes” ante la indiferencia de todos. Igual se les rajaban los pies a los macehuales, a los comerciantes, a los caminantes, a los pescadores, a los albañiles, a los valientes guerreros también se les llamó “patas rajadas” y a todos aquellos los que realizaron el trabajo más pesado. 

Hoy como ayer, todavía se le rajan los pies a aquellos que trabajan mucho y ganan poco, se les abren grietas en la piel a los que sufren por la ofensiva desigualdad, se rajan los pies de aquellos a los que no les alcanza el dinero para poder comprarse zapatos, se les rajan los pies a los caminantes y a los luchadores incansables. Se le rajan los pies a los que madrugan y caminan largas distancias para ganar unos cuantos pesos. Se le rajan los pies a quienes transitan senderos empolvados y caminos agrestes, se les rajan los pies a los obreros que trabajan en las fábricas, a los migrantes que atraviesan el Desierto para irse al otro lado también, se les rajan los pies tanto a niños como ancianos. 

Y hago esta reflexión, porque en la reciente “Marcha en defensa del INE” (sinceramente no sé de qué tendría que defenderse un organismo que ha actuado inclinando la balanza, que nos sale muy caro, además de los gastos ostentosos pero eso es otro asunto) celebrada en Paseo de la Reforma el 13 de Noviembre del 2022, convocada “supuestamente por la sociedad civil” y plagada de políticos de baja estofa y mala reputación, que según ellos marcharon como “ciudadanos” y definitivamente nadie les niega ese derecho (pero eso es otro asunto) , llegó mucha gente a caminar con ellos, unos voluntariamente (nadie lo niega) y hubo muchos más, acarreados (tampoco se puede negar, hay muchas evidencias), unos según esto muy bien informados, otro más, los más, bastante desinformados.

El asunto de mi reflexión radica en una mujer que destacó en la marcha, que se notó de entre la multitud por su actitud soez y majadera, algunos asistentes hasta le aplaudieron y festejaron la broma, ella ilusamente les llamó “compañeros”, en serio ¿esa mujer  cree que las personas que estaban en esa marcha a ella la consideran “su compañera”? Ella muy entusiasmada les convocaba a sonar las cacerolas y las cucharas para “defender a sus descendientes “ y después le expresa a gritos palabras ofensivas al Presidente Andrés Manuel López Obrador y le dice algo así : “Indio de Macuspana, los zapatos no te lucen porque eres “naco” y tienes las patas rajadas”. 

Algo así fue el grito de aquella desquiciada persona, quien se percibe como un ser alimentado por la Infodemia y la agresión como forma de vida, está persona es la segunda vez que hace expresiones desafortunadas de ese estilo, ya estuvo presente en otra marcha de #FRENAA y salió peinada de trenza tocando un tambor gritando:”Te odio López”, así que no me sorprende tanto que actúe así, tristemente ella es el reflejo claro del pensamiento clasista y racista de ese “sector tan pero tan privilegiado” de los VIP o de los “Fifis en sus sueños”.

Yo sólo le digo a esa persona que quizá sí tiene razón y el Presidente Andrés Manuel López Obrador alguna vez, de tanto andar por los pueblos olvidados y caminar al lado de los campesinos se le agrietaron los pies, quizá al conversar con los agricultores que manejaban el arado se le ampollaron los pies, quizá tuvo rajaduras en los talones por caminar mano a mano junto al Pueblo Bueno, a lo mejor se le rasparon las manos ayudando a los albañiles a hacer la mezcla mientras hablaban acerca de sus necesidades, quizá también se le rompieron los zapatos de tanto andar y que a diferencia de otros mandatarios a él sí se le llenan de lodo porque cuando recorre el país, a él no le preparan el escenario para ver solo lo bonito ni lo pasean solo por las calles pavimentadas, este Presidente sí se acerca a la gente, la conoce y comprende porque también es del Pueblo y viene de ahí.

Tener los pies agrietados por la dureza de la vida y el trabajo arduo no es motivo de vergüenza, mejor ser un pata rajada que un hampón de cuello blanco, mejor es tener los pies ampollados que las uñas largas por robar y beneficiarse del Erario. Todo trabajo honrado es memorable y digno. Debemos observar más los pies de nuestros semejantes, más conciencia social tendremos sí los hacemos .

Por cierto, le sugiero a esa mujer tan fina y altiva, observarse primero en un espejo, que revise también su árbol genealógico para identificar sus verdaderos orígenes y que lea unos libros muy interesantes que se llama México Profundo de Guillermo Bonfil Batalla e Indios imaginarios e indios reales de Guy Rozat Dupeyron, para empezar a entender esos asuntos y sí tanto le preocupan los asuntos de los zapatos de la gente que visite el Museo del Zapato y vea la evolución del calzado a lo largo de los milenios…

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

Salir de la versión móvil