Sin movimiento no hay partido

Opinión de René González

MORENA como organización política nace el 2 de octubre de 2011 con la idea de convertirse en un instrumento para la organización del pueblo de México, asumiendo entre sus primeras tareas la movilización y defensa del voto en las elecciones presidenciales de 2012.

Por la naturaleza de su encomienda, Morena aglutinó en su fundación a las personas realmente convencidas del movimiento, que requería una organización menos burocrática pero sí totalmente convencida de su responsabilidad histórica, sin las estructuras jerárquicas que han caracterizado a los partidos políticos, en especial al Partido de la Revolución Democrática, que en el caso de la izquierda electoral contaba con dirigencias locales plagadas de simuladores y líderes locales cooptados por los gobiernos estatales del PRIAN.

En el Primer Congreso de Morena el 20 de noviembre de 2012, se define buscar el registro como partido político, luego de la validación de la elección de Enrique Peña Nieto por parte del TEPJF, acto que marcó el distanciamiento definitivo con la cúpula del PRD y sus tribus más abyectas -quienes no dudaron en concretar una nueva felonía contra el movimiento obradorista-, a cambio de las prebendas que alcanzaron al firmar el Pacto por México.

Esa enésima traición al pueblo, marca el momento que los militantes y simpatizantes del obradorismo asumieron la discusión sobre si era necesario contar con un instrumento propio para la vía electoral, y dejar de depender de las dirigencias de los partidos “de izquierda” ya establecidos, que en 2006 y 2012 habían dejado en el desamparo al movimiento en la defensa efectiva del voto. Así inicia el proceso para constituirse como partido político nacional entre 2013 y 2014. Algunas voces alertaron que crear un nuevo partido político podría con el paso del tiempo generar los mismos vicios que corrompieron al PRD.

En sus documentos fundaciones está definido el tipo de organización que se aspira a consolidar, puesto que el Movimiento de Regeneración Nacional es una: “Organización plural, amplia e incluyente que convoca al pueblo de México a luchar por la vía pacífica para cambiar el régimen de injusticia, corrupción y autoritarismo que gobierna México” (Programa del MORENA. Por qué luchamos).

Como parte de su definición como una organización plural, amplia e incluyente, viene incorporado su verdadero sentido al autodefinirse como una organización política de izquierda con principios, programa y estatuto, que reflejen esta postura. De manera inequívoca

“MORENA tiene como parte sustantiva de su programa de lucha, la formación ideológica y política de sus integrantes. La formación debe sustentarse en promover una nueva forma de actuar, basada en valores democráticos y humanistas y no en la búsqueda de la satisfacción de intereses egoístas, de facciones o de grupo. Se trata también de promover el conocimiento de la historia de nuestro pueblo, pero también la formación de nuestros militantes en la difusión y concientización del pueblo de México acerca de la realidad de nuestro país y la importancia de un cambio verdadero. En momentos electorales, los militantes deben preparase para la participación activa”.

A pesar de la claridad de sus principios, en tiempos de reacomodos, en tiempos de una nueva realidad política que suponen los triunfos electorales desde el 2018, es necesario volver a los fundamentos programáticos para evitar la tentación de dejar trozos de dignidad abandonando los principios de izquierda que son innegociables en esta organización; principios y valores, que son legado de las generaciones de luchadores que nos antecedieron, o de quienes ya no están presentes para dar testimonio de la consolidación de la 4ta Transformación en la vida pública de México. No basta aparentar ser de izquierda, sino en la práctica cotidiana hacer una realidad el programa y proyecto sintetizado en 10 puntos: 

Una medida inmediata para concretar estos principios es la obligación de los Consejos Estatales de MORENA para promover el desarrollo de Programas de lucha locales; puesto que no se puede abandonar la naturaleza de esta organización como partido movimiento que combina la movilización y tácticas de la resistencia civil pacífica al mismo tiempo que se defiende la Transformación. En los estados donde no ha llegado la Transformación Morena debe abanderar las causas del pueblo ante las mafias de poder locales, que permanecen intactas y representan el adversario histórico, el viejo régimen que sumió al país en la corrupción, la violencia y la degradación moral.  

La reflexión política y el retorno crítico son ejercicios constates como el mismo Andrés Manuel López Obrador nos han enseñado en sus escritos, que junto a sus actos concretos son las mejores lecciones como patrimonio de la izquierda mexicana.

Desde su primera revisión histórica del movimiento democrático en Tabasco en: Entre la historia y la esperanza (1995) hasta su revisión casi inmediata de la campaña del 2012 y de los mecanismos de un nuevo fraude electoral en No decir adiós a la Esperanza (2012), él mismo como dirigente hace un recuento de todos los movimientos sociales de resistencia que convergen en la lucha electoral para terminar concluyendo:  “pero lo más importante es el cambio de mentalidad en amplios sectores de la población del país”. Siendo esta la premisa que en cuatro años de Cuarta Transformación es un logro de valía incalculable. 

Nunca habrá un camino fácil para quien opte por la lucha política, porque frente a las recurrentes traiciones y tropiezos: “en esta noble labor nada es en vano… aún con victorias parciales “se crean las condiciones para el cambio profundo…”

Quién mejor para hablar desde la voluntad de caer y volverse a levantar que nuestro presidente y dirigente: “La fórmula es sencilla: asimilar derrotas, resistir, avanzar, caer y levantarse, reincorporarse, recomenzar, y así hasta la victoria”.  Por eso, la tarea es sobreponerse a las propias limitantes y saber enfrentar las eventualidades: “Todo depende de no perder la fe o desmoralizarse…” Ha dicho AMLO innumerables ocasiones.

La reflexión política es una tarea urgente para poner en verdadera perspectiva la lucha social, siempre más amplia que solo la disputa electoral: “En el conocimiento del pasado están los secretos para entender y transformar la compleja y amarga realidad de México” escribe en su texto Neoporfirismo. Hoy como ayer (2014), Un nuevo texto que no está dirigido a los especialistas, ni a mucho menos escrito para acrecentar el ego intelectual, sino escrito desde la urgencia de compartir una lección política dedicada a los amigos y amigas de MORENA, que ese mismo año estaba naciendo como partido político con registro. 

Contrario a la visión que implantó la tecnocracia sobre la historia, ésta no se reduce al recuento del pasado sino a la construcción de una visión de futuro y ruta de lucha trazada en el texto 2018 La Salida (2017) como un nuevo diagnóstico del régimen y los elementos necesarios para la construcción de un Nuevo Proyecto de Nación. Hoy por primera vez en la historia reciente de México, pueblo organizado y Gobierno de México caminamos al mismo objetivo: salir de las recurrentes crisis que llevaron a los jóvenes a la violencia y la desolación, que llevaron al trabajador a la pérdida del poder adquisitivo y a la desesperanza de no poder llevar el pan a su familia, que llevaron a las mujeres a la lamentable normalización de las violencias en todos sus entornos. La salida somos todos, el Gobierno que encabeza AMLO hace su parte, el pueblo la suya, falta que el partido asuma su perspectiva en esta nueva etapa, donde somos gobierno, pero no debemos perder la esencia transformadora del movimiento.

Hay que escuchar todas las voces, sería muy grave caer estrepitosamente a los mismos vicios que dieron al traste con otros proyectos de izquierda electoral, a su vez, hay que tener la mente abierta y receptiva a la nueva realidad política; pero lo central es luchar por las demandas del pueblo. Si los dirigentes no están a la altura de la responsabilidad de una transformación histórica, el movimiento como el agua embravecida encontrará siempre su propio cause, como ocurrió en 1968 al desnudar el hueco discurso que mal gobernaba a nombre de la revolución mexicana, como ocurrió en 1988 cuando el movimiento democrático agrupó todas las experiencias de la izquierda y logró unificarse contra el PRI-gobierno a pesar de los bloqueos sectaristas, como ocurrió en 2012 con la traición de la cúpula del PRD que pactó con Peña Nieto, y donde nace Morena contra toda adversidad. No olvidemos: sin movimiento no hay partido.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

Salir de la versión móvil