La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aprobó esta semana el mayor incremento de gasto militar en su historia: cada país deberá destinar hasta el 5% de su Producto Interno Bruto (PIB) a defensa. El acuerdo —impulsado por la presión estadounidense y el conflicto en Ucrania— busca hacer frente al avance estratégico de Rusia y, sobre todo, al ascenso militar de China.
Aunque la alianza atlántica sigue liderando el gasto global con el 55% del total, su dominio ha caído 20 puntos desde el fin de la Guerra Fría. En 1990, controlaba el 75% del presupuesto militar del mundo. Hoy, China representa el 12% del gasto global (seis veces más que hace tres décadas) y Rusia ha doblado su participación, alcanzando el 5.7%.
En palabras del nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, se trata de construir una organización “más fuerte, más justa y más letal”. El anuncio también busca calmar las tensiones con Estados Unidos, donde Donald Trump ha amenazado con retirarse de la Alianza si no se equilibra el gasto.

El nuevo reparto del poder militar
Estados Unidos sigue siendo la potencia militar dominante con el 36% del gasto mundial. Le siguen China (12%), Rusia (5.7%) e India (3.1%). Ucrania, actualmente en guerra, destina el 37% de su PIB a defensa, el porcentaje más alto a nivel global.
Entre los socios europeos, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia deberán duplicar sus presupuestos militares si quieren alcanzar el nuevo objetivo. España tendría que triplicar el suyo, pasando de 20,000 a 65,000 millones de euros en una década, algo que el Gobierno de Pedro Sánchez considera poco viable.
Países del este de Europa como Polonia, Estonia o Letonia ya están por encima del 3% del PIB y se preparan para el salto. En contraste, España, Bélgica y Luxemburgo ni siquiera alcanzan el compromiso actual del 2% pactado en 2014 tras la anexión de Crimea.
El acuerdo será revisado en 2029. Si todos los miembros cumplen con el nuevo compromiso, la OTAN podría volver a concentrar hasta el 69 % del gasto militar global. Sin embargo, este escenario parte del supuesto de que China, Rusia y otros países no aumenten sus propios presupuestos, algo improbable en el actual contexto.
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