La reciente entrega de 26 narcotraficantes mexicanos a Estados Unidos se convirtió en una válvula de escape ante las constantes exigencias de Donald Trump, en un contexto de negociaciones comerciales y acusaciones sobre colusión con el crimen organizado, según Carmen Morán para El País.

Expertos señalan que estas acciones son evidencia de la debilidad del sistema judicial mexicano, donde fugas y amparos de reclusos facilitan la intervención estadounidense. Por ejemplo, el caso de Zhi Dong Zhang, ligado al Cártel de Sinaloa, que ha generado cuestionamientos sobre la seguridad de los penales.

“El envío de capos muestra cómo México busca proteger la estabilidad económica y el tratado comercial, pero aumenta su dependencia frente a EE. UU.”, señala Carlos Pérez Ricart, especialista en seguridad internacional.

La presión de Trump también ha alcanzado a políticos mexicanos con sanciones como la retirada de visas a funcionarios. Analistas advierten que la siguiente etapa podría involucrar a narcopolíticos, además de los delincuentes.

Mientras tanto, el despliegue de drones estadounidenses sobre México y la cooperación en operativos contra cárteles como el CJNG mantienen a la administración de Claudia Sheinbaum en un delicado equilibrio entre la cooperación y la dependencia, dejando dudas sobre si la entrega de capos será suficiente.