LLORAN LAS RO$A$

Durante el porfiriato se vivió un momento de gran auge en la inversión extranjera.  

Aunque la situación de la deuda pública interna era muy alta y la desigualdad social llegó a ser tan grave que sentó las bases para la Revolución Mexicana, Díaz dejó contentos a todos sus conservadores porque construyó una decente red ferroviaria nacional y obras “afrancesadas” en la Capital.

El Palacio de Bellas Artes, el Palacio Postal, el Palacio de Comunicaciones y Obras Públicas, el Gran Hotel de la Ciudad de México, el Hemiciclo a Juárez, el Monumento a la Independencia, el “Palacio que no fue” y más.

No me mal interpreten, todos estos inmuebles son poseedores de una belleza arquitectónica descomunal.  No me quejo.  Sin embargo, poco abonaron en mejorar la vida de los marginados política, social y económicamente.

Mucho bling-bling pero nulo bienestar para los pobres, del México de Díaz.

La polarización económica estaba en su más alto nivel y los conservadores la disfrutaban, la aplaudían y la resguardaban.  

El centro del país anhelaba el bizarro sueño europeo de desarrollo mientras la provincia solamente veía durmientes y vías ferroviarias caer en sus ciudades.  Nada mal, pero significativamente desigual.

Actualmente, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador con su plan para incentivar el progreso del Sureste y reducir la brecha social del país, ha invertido de manera conjunta en los proyectos de la Refinería Olmeca, el Corredor Interoceánico-Istmo de Tehuantepec y el Tren Maya más de 700 mil millones de pesos.  Sin necesidad de recurrir a deuda pública o la participación directa de inversión extranjera.

A diferencia de la Hacienda de José Yves Limantour, en el periodo porfirista, el manejo de la recaudación ha sido eficiente y sustancial para soportar el contundente desarrollo en infraestructura pública.  Pero bueno, no nos vayamos tan lejos en el tiempo.  La Hacienda en el gobierno de AMLO ha recuperado pagos de impuestos de grandes empresarios que recibían monstruosas exenciones durante los sexenios de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña.

Hay muchos factores que ayudan al progreso del Sureste.  Ahorros en Fideicomisos que antes se utilizaban para desviar recursos públicos hacia los bolsillos de los amigos de los presidentes, austeridad en el aparato gubernamental y la burocracia, gran manejo de la Secretaria de Hacienda y por supuesto, la decisión de invertir en proyectos que no sólo lucirán bien, sino que se convertirán en generadores de empleo, bienestar social y crecimiento económico.

En recientes días, la llegada del primer vagón del Tren Maya a Cancún desató un mar de lágrimas fachas que inundaron todo el país.  Venían cargadas con resentimiento, dolor y añoranza por los tiempos cuando se ponía por delante el interés de algunos por encima del beneficio para la mayoría.  

Leía y escuchaba las rabietas de los fachos mientras en mi mente sonaba Cristian Castro con su “Lloran las Rosas”.  Así de plásticos y “románticos” son los aspiracionistas.

En fin.  

Pobre Porfirio, tan lejos del pueblo.  

Cerca Andrés, porque ES PUEBLO.  

¡El Sureste va!

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

Salir de la versión móvil