Las causas estructurales de la descomposición social

Opinión de Héctor Ramírez Carrillo

Dentro del debate público que se ha venido dando desde hace algunos años y que fue puesto en la discusión, particularmente por la izquierda y en específico por el movimiento que hoy es gobierno, se señaló con insistencia que la raíz de los problemas que atraviesa el país en materia de seguridad, derivaban de causas complejas y estructurales. Que la causa del grado de deterioro al que hemos llegado venía principalmente de una sociedad desatendida que reclamaba y reclama justicia. 

Cierto es que anteriores gobiernos se encargaron de estigmatizar jóvenes, segregarlos y limitarles oportunidades en materia educativa y laboral. Hoy, por ejemplo, tenemos un déficit significativo de personal de la salud que ha tratado de ser cubierto con profesionistas de otras nacionalidades, sin embargo, esa medida deberá revertirse paulatinamente hasta que el país genere y eduque a sus propios médicos y personal que ha de atender las necesidades futuras. 

Hoy también es una realidad que se otorgan becas a estudiantes de todos los niveles como nunca antes se hizo por gobiernos neoliberales y corruptos para evitar la deserción escolar por causas económicas, pero también es una realidad que ante la crisis económica recrudecida por la pandemia y el contexto global de desaceleración en las economías, ha provocado dificultades en la mayor parte de los hogares mexicanos para su viabilidad financiera.

El problema que actualmente persiste en el país de inseguridad sin freno se gestó por el desgarre del tejido social, la acumulación incesante de familias que día a día se iban sumando a las estadísticas de núcleos disfuncionales, a causa principalmente de violencia familiar, divorcios, entre otras situaciones que genera el contexto de desigualdad social y económica provocado por un modelo neoliberal deshumanizado y encarnizado del que solo se beneficiaron los grandes empresarios y capitales. 

 En tal sentido, debemos profundizar e ir a ver en qué andan los jóvenes, todos los jóvenes que no están matriculados en una escuela o registrados en un trabajo remunerado porque estos siguen siendo los ejércitos del crimen organizado, y arrancárselos de tajo para evitarles un reclutamiento forzado. Crear programas para intentar reparar el tejido social y atender a las familias que aun puedan rescatarse y rehabilitarse por estar disfuncionales. 

En el derecho familiar está la respuesta y en atacar todos los hechos generadores de falta de convivencia en las familias, de falta de recursos para llenar los estómagos. Si no hay barriga llena jamás habrá corazón contento. De eso deben estar conscientes sociedad y gobierno.

Trabajo obligatorio a los jóvenes que no estén estudiando o búsqueda de funciones que les permitan evitar un ambiente propicio para delinquir. 

El Estado está obligado a ir por ellos y rescatarlos de las garras del crimen, de atmósferas tóxicas. La Universidad Nacional Autónoma de México nos debe una explicación a toda la sociedad mexicana por haberse tardado tanto en reanudar clases, porque a nivel mundial fue de esas escasas excepciones que por berrinche contra el gobierno al que no es afín, decidió afectar a miles de estudiantes y generaciones completas en su derecho constitucional a la educación.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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