La guerrita de Héctor

Ustedes parecen creer que basta con que
el presidente quiera algo para que sucedan las cosas.

Héctor Aguilar Camín, La guerra de Galio.

Por mi buen amigo Max Well me entero de un tuit con el que Héctor Aguilar Camín abre un hilo, presuntamente analítico, sobre las mañaneras. Mi compa lo citó respondiéndole lo siguiente:

La mañanera desarmó el potencial de mucha oposición, pero principalmente de los medios, a donde Don Héctor pertenece y de donde se sentía poderoso. Eso, eso lo tiene contrariado e incapaz de hacer la valoración correcta.

Concuerdo con lo que sentencia Max Well en la primera parte de su tuit. En cuanto a la segunda, es evidente que el director de la revista Nexos no sólo lo está ahora, sino que lleva años contrariado, pero ¿es incapaz de valorar correctamente las mañaneras? Había que leer su análisis. El post con el que el campechano Aguilar Camín abre el mentado hilo cuestiona, aparentemente con toda seriedad:

¿Cómo explicar que una pieza tan burda de polarización como la de las mañaneras haya tenido la fuerza y el impacto de estos años?

Enseguida el historiador y novelista —su novela La guerra de Galio me sigue pareciendo lo mejor de todo lo que ha publicado— se responde a sí mismo en una cadena de nueve tuits que uno esperaría sesudos, pero más bien se reducen a un berrinche. Para colmo, en el sexto post Aguilar Camín descalifica solito toda su pueril perorata:

No he escuchado una sola vez la mañanera, pero todos los días encuentro pasajes de ella en alguna parte, en las redes o en los medios.

Como lo acabas de leer: el hombre analiza algo que no conoce. Consecuentemente, lo que sostiene en su cadenita de tuits no tiene sustento y no pasa, como dije, de una pueril perorata. Por ejemplo, inicia así:

La primera razón, desde luego, es el poder y la representación del emisor. Una vez saltado el pudor y la autocontención verbal que su cargo implica en el ejercicio del poder, el Presidente pudo imponer su fórmula de prédica a los medios y a los ciudadanos.

Dicho en buen cristiano, Aguilar Camín dice que las mañaneras del presidente han tenido fuerza e impacto porque las emite el presidente. Por supuesto, sintetizado así, el aserto se reduce a una bobada…, lo cual es correcto porque no es otra cosa. Aventuro que esto debió de haber resultado evidente incluso para el propio HAC, así que tuvo que agregar la segunda parte, cuya lógica oculta sería: a) si la fuerza de las mañaneras se debe a la fuerza que tiene el cargo de presidente de la República, b) ¿por qué AMLO es el primero en usar así la fuerza del cargo? Quedarían, obvio, dos posibles contestaciones: porque los anteriores presidentes o eran muy brutos o no querían usar la fuerza del cargo o bien porque AMLO es un genio que vio lo evidente, digamos. Como ninguna de las dos le convendría, optó entonces por una absurda tercera respuesta: quien actualmente detenta el Poder Ejecutivo no ha tenido ni “el pudor” ni “la autocontención verbal que su cargo implica”.

Los demás tuits tienen el mismo pesito analítico, ingrávido. Aquilate usted lo que HAC aduce como segunda razón:

Una segunda razón, es la fuerza misma del discurso mañanero y sus excesos. El escándalo es noticioso y cada día, durante las mañaneras, el Presidente incurre en escándalo.

O sea, una pobre tautología: la fuerza de las mañaneras se explica por la fuerza de las mañaneras. En cuanto al escándalo y el señalado comportamiento escandaloso del primer mandatario, la mañanera del jueves pasado brindó un incuestionable argumento en contra del juicio aguilarcaminiano: no al día siguiente del suceso, sino dos días después, Andrés Manuel López Obrador se refirió al tuit por medio del cual el dirigente del PAN —es un decir—, Marko Cortés, exigió que se cumpliera e hizo público el acuerdo que firmó con el presidente del PRI, por medio del cual a cambio de las candidaturas en alianza a dos gubernaturas, Coahuila y Estado de México, el blanquiazul se quedaba con las candidaturas a la Presidencia y a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, además de un montón de morralla de botín: diputaciones, regidurías, rectorías…, bueno, hasta notarías públicas. AMLO, además de agradecer al susodicho panista la tremenda balconeada que le dio al PRIAN, mostró también que la mayoría de los medios convencionales al día siguiente no informaron del suceso a sus audiencias y lectores. Así que, en este caso, para la mayoría de los medios tradicionales, el escándalo no fue noticia. Ahora, que el presidente trajera a cuento el hecho no es escandaloso, escandaloso es el hecho mismo, y por vía doble: el ilegítimo reparto de prebendas, sus muchas implicaciones —por ejemplo, que Alejandro Moreno, Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid y demás priístas sólo se prestaron a montar el show del proceso interno de elección de candidato del que la señora X salió lista para el refri— y la ingente ingenuidad —y conste que podríamos decirle mucho más feo— del señor Cortés. Tampoco sería lícito acusar de escandaloso el trato que AMLO le dio al asunto en la mañanera, antes bien lo trató de analizar razonablemente y, eso sí, lo abordó con sentido del humor.

El resto de los tuits que hiló Aguilar Camín no son más que la repetición de una retahíla que la oposición y sus medios y comentócratas llevan años machacando, con los resultados a vista de todos: que López Obrador amenaza, intimida, miente, deforma, estigmatiza, polariza, banaliza… Ah, pero, también, que “los excesos verbales del Presidente… son irresistibles”. El hilo concluye con un post en el que Aguilar Camín promueve su columna en Milenio. Sorpresa: la de ese día se titula “Las mañaneras y la sucesión de Estado”, la de la jornada anterior “Las mañaneras y los medios” y la previa “Las mañaneras”. ¡Qué tal! Y eso que no ha visto ninguna.

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