La descolonización en el sentido común de la izquierda

“… Si la izquierda quiere cambio, tiene que darse cuenta de que si no cambia la cultura no cambia nada… hay primero una batalla en lo inmediato, que implica luchar por mitigar… pero también hay una batalla de largo plazo que significa un cambio civilizatorio… En la izquierda no podemos soñar con cambiar el capitalismo si no empezamos por cambiar valores que mueven nuestra conducta y nuestra cabeza…”.  

José Mújica. Ex presidente de Uruguay. En Los gobiernos progresistas frente al neoliberalismo: desigualdad y desafío ecológico. Revista Conciencias.Instituto Nacional de Formación Política. Morena. No. 1. Año 2021. Pp. 6-7.

Sin duda estamos asistiendo a la continuidad de cambios de trascendencia histórica para nuestro país. Los resultados en las elecciones del Estado de México y Coahuila, las experiencias obtenidas para la izquierda en los mismos, el arranque del proceso presidencial interno para elegir al candidato de Morena y sus aliados con miras al 2024, son algunos de los hechos recientes cuya trascendencia a mediano plazo se expresará en los próximos años.

La derrota del PRI en territorio mexiquense, otrora enclave político del poderoso grupo Atlacomulco, la cual por cierto incluyó al municipio del mismo nombre, así como de Cuautitlán Izcalli, por supuesto entre otros más, así como la desaparición del “tapado” y el “dedazo”, prácticas de la manera de hacer política en el viejo sistema mexicano, son apenas un par de botones de muestra de nuevas formas del quehacer político que comienza a asomarse con el cambio de régimen.

Sin embargo, como parte fundamental de ese cambio de régimen la izquierda mexicana aún tiene una tarea por delante. Me refiero a la cuestión ideológica. Recordemos que los cambios estructurales pueden ocurrir con mayor rapidez que los cambios en el pensamiento, en la concepción de la vida y del mundo, en el sentido común. Si bien es cierto que ha habido un empoderamiento de la población y con él iniciado la transformación de las conciencias, considero que hay rezagos en las concepciones de la izquierda.

Uno de esos aspectos, aún por trabajar, es la descolonización de la conciencia de la izquierda. La lectura del número uno de la Revista Conciencias dedicado al tema de La 4T ante sus desafíos me llevó a escribir estas líneas con el propósito de compartirles la inquietud que me provocó las continuas reflexiones que nos plantean diversos colaboradores y entrevistados cuyo centro de atención se ubica en un tema por demás sugerente y en el cual se debe poner mayor énfasis sobre todo por la estrecha relación que guarda con la Revolución de las conciencias, me refiero a la descolonización del pensamiento, del pensamiento de la izquierda que está al servicio de la construcción de la teoría y la práctica transformadoras. 

Es frecuente el equívoco de afirmar que la descolonización del pensamiento, del sentido común solamente es tarea de la formación de cuadros partidistas. Sin embargo, se pasa por alto que los formadores de esos cuadros, que incluso desempeñan en ocasiones también el papel de vanguardia de la movilización popular, requieren simultáneamente trabajar en la propia descolonización de sus conciencias. 

La dialéctica del cambio en el pensamiento, en el sentido común, va elaborándose en la interacción del trabajo y la práctica políticas realizadas en común entre pueblo e intelectuales para empezar a pensar con nuestra propia cabeza de mexicano, de latinoamericano, de caribeño, pensar desde los pueblos originarios indígenas, desde los esclavos y desde el pueblo, para entonces desde ese lugar reconstruir las ciencias y la interpretación sobre nosotros mismos1. 

Incluso el compromiso de los intelectuales de izquierda en momentos de transformación, como los que estamos viviendo, debe considerar la responsabilidad de pensar en la nueva política. Dussel lo expresa así “… Se trata de pensar en una política distinta, porque como decía en ese punto el gran ético Che Guevara, necesitamos un hombre o un ser humano nuevo; y digo ético… porque el corazón del Che latía junto al pueblo, específicamente, junto al pueblo doliente”. 

La descolonización de la política requiere concebirla de otra manera. Una nueva política debe venir aparejada del cambio. La vieja política imperante en el sistema mexicano caracterizada como el ejercicio del poder desde la representación de una clase política que se puede fetichizar y corromper. Es necesario pensar descolonizadamente en el origen mismo de la política futura, repensar qué significa el poder político, que no tiene como sede el Estado… Sino una visión novedosa cualitativamente diferente a lo que hemos vivido y desarrollado a lo largo de décadas la sede del poder político es el pueblo y justamente un pueblo descolonizado.

Desde esta perspectiva no se puede seguir haciendo política al viejo estilo. Recientemente, en el contexto de un taller de formación política escuché el comentario de una compañera mediante el cual hacia alarde de su capacidad de movilización de simpatizantes. Refería que ella podía “mover a más de 40 mil personas en el momento requerido”. Respetuosamente se le hizo ver que la movilización popular radica en ellos mismos, en el convencimiento pleno y la capacidad para vincularse a una lucha con la cual se identifica. Lo cual en nada se relaciona con el “acarreo” al cual recurren los partidos de la derecha.

Cierro con una reflexión del Dr. Dussel … el hombre nuevo del Che quizás era algo mucho más profundo, porque nos demuestra que juntos tenemos que cambiar el sentido de la vida y el sentido de la política… teniendo que institucionalizar la participación del pueblo en articulación con su representación. De ahí la necesidad de que la izquierda trabaje en su propia descolonización.

Me permito recomendar ampliamente la lectura de la Revista Conciencias editada por el Instituto Nacional de Formación Política de Morena. En este enlace se pueden obtener los ejemplares de manera gratuita: https://revistaconciencias.mx/

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