“Huevones y resentidos”

Opinión de Mónica "La Diosa de la Justicia"

Carlos es un Obrero que vive en el municipio de Chalco, Estado de México y todos los días se levanta a las 4:30 de la madrugada para prepararse y salir a trabajar, su esposa se levanta a la misma hora para prepararle una torta que le servirá de desayuno y ponerle un tupper con guisado del día anterior para la hora de la comida.

Sale de su casa a las 5 am. cuando sus hijos se encuentran dormidos, solo se despide de ellos con un beso en la frente, así inicia el largo recorrido por el transporte público para llegar a trabajar a la empresa que se encuentra ubicada en la colonia Santa Fe Delegación Álvaro Obregón, a las 8:30 am,  trabaja en área de mantenimiento de las maquinas, un trabajo pesado y de riesgo, su jornada laboral es de 8 horas, más una hora de comida, sale a las 6 pm, pero si hay algún imprevisto se tiene que quedar hasta que termine, luego emprender de nuevo el largo trayecto a su casa, donde llega ya casi las 10 de la noche, sus hijos de nuevo ya están dormidos, su esposa lo espera para darle de cenar.

Mientras Carlos está fuera, su esposa tiene que atender a sus hijos, hacer el aseo de la casa, lavar, planchar, hacer la comida, llevar a los hijos e ir por ellos al colegio, darles de comer, y además se dedica a vender productos de belleza y ropa por catálogo con sus vecinos para tener un ingreso extra, mientras sus hijos están en el colegio.

Adrián, es una estudiante de la carrera de odontología en la UNAM, vive en Cd Nezahualcóyotl y se debe trasladar hasta la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, por lo cual se levanta a las 4 am, para salir antes de las 5 am y llegar a su universidad a tiempo,  estudia por las mañanas y en la tarde atiende una cafetería para tener un ingreso que le ayude a sus gastos de su carrera, pues aunque sus padres trabajan ambos, su carrera es muy cara y necesita trabajar para poder comprar los materiales.

Ana es madre soltera, tiene una pequeña que atiende y mantiene ella sola, ya que el padre no se hizo responsable, ella tiene que trabajar y hacer todas las labores de su casa y estar al pendiente de su pequeña, no le alcanza el día para todas sus actividades, y debe aprovechar los fines de semana para lavar, planchar, ir al super, en fin, no tiene tiempo ni puede salir a distraerse por cuidar a su pequeña.

Efraín tiene su familia y su casa en el Estado de Puebla, todos los lunes sale de madrugada de su domicilio para irse trabajar a la Cd de México, trabaja como cargador en la central de Abastos, donde le pagan por trabajo realizado, para poder cubrir sus gastos debe trabajar todo el día cargando enormes bultos, es un trabajo muy desgastante y pesado, toda la semana se queda en un cuartito cerca de la central de abastos para iniciar su pesada jornada día con día. Solo ve a su familia los fines de semana, pero llega feliz porque trabaja mucho y ha logrado construir su casa a base de su esfuerzo, ha ido construyendo su patrimonio.

Y así muchas historias de miles de mexicanos que no tienen el privilegio de ser de la clase alta.

¡Qué raro que piensen que los mexicanos somos unos huevones, cuando somos el país con las jornadas laborales más altas, con menos días de vacaciones y sueldos muy bajos!

¡Qué mal que haya gente tan clasista que se exprese así del pueblo trabajador y gracias a los campesinos, a los obreros, jornaleros, a los choferes, repartidores, etc. ellos tienen que comer!

¡Qué mal que exista gente con tan poca empatía para con los menos favorecidos, y que ahora que tenemos un presidente que se preocupa por su gente, digan que son una bola de huevones esperando recibir su maíz!

Pero es más triste que se olviden de los aún más pobres y que critiquen un gobierno que ha volteado a verlos.

Y muy lastimoso que los que apoyamos este gobierno nos digan además resentidos, ignorantes, indios, chairos, etc.

Son los que su clasismo está por encima de su razón, que no alcanzan a distinguir que existimos profesionistas que apoyamos este gobierno, no por ser huevones, sino porque tenemos algo que les falta a muchos de los que se sienten de la clase alta, pero ni casa propia tienen y aún están pagando su automóvil y sus tarjetas de crédito, tienen muchas deudas y carecen de algo que se llama conciencia de clase.

Los huevones y resentidos, como nos llaman, la mayoría somos de familias humildes, trabajadoras, tenemos muchas cosas en común, la principal es que nos sentimos identificados con el pueblo, tenemos conciencia de clase y sobre todo empatía hacia los menos favorecidos.

La mayoría estudiamos en escuelas públicas, muchos somos profesionistas conscientes de la realidad social del país, nos educaron con valores, somos humanos llenos de humanidad y nos duele la dolencia del otro, del menos favorecido, de aquel que apenas y le alcanza para sobrevivir día a día.

Sabemos que hay niños, hijos de familias humildes que apenas les alcanza para satisfacer sus necesidades más básicas, que van a la escuela sin ropa de marca, a veces hasta sin zapatos, pero con todas las ganas de estudiar y con sueños de lograr ser un profesionista.

Sabemos que hay otros niños que atraviesan montañas, ríos, para poder llegar a una escuela, con el estómago vacío pero llenos de ilusiones.

Precisamente los resentidos queremos facilitar el camino a esos que les llaman huevones por recibir un apoyo social, queremos que cada vez sean menos niños que tengan que andar sin zapatos, los que tengan que salir a trabajar dejando sus sueños de lado, porque no les alcanza para ir a la escuela, porque en su familia prefieren comprar comida que gastar en cuadernos.

Por eso apoyamos un gobierno que gobierna para todos, que por primera vez voltea a ver a los más desfavorecidos, un gobierno congruente con su slogan de “primero los pobres” que prefiere invertir la riqueza nacional en programas sociales, en todos aquellos que han sido olvidados como son las personas adultas mayores, como son los niños, los jóvenes que por falta de recursos suelen abandonar sus sueños.

Apoyamos un gobierno que antes de repartir el dinero a los empresarios y banqueros o llevárselo a sus cuentas en paraísos fiscales, prefiere reformar la constitución y hacer obligatorio dárselo a ellos, a los que si lo necesitan.

Un gobierno que no solo les ha devuelto la dignidad a los mexicanos de allá abajo, sino que les ha devuelto los sueños a miles de niños, jóvenes y hasta a los viejitos que se sienten por primera vez incluidos.

Si por eso nos llaman resentidos pues si soy, y mi resentimiento es tan grande, que me va a alcanzar para no permitir el regreso de los gobiernos culpables de la pobreza, la desigualdad, la injusticia social en que se encuentran millones de mexicanos.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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