Frivolidad suicida en medios

En otros países donde los medios no han perdido credibilidad todavía hay periódicos impresos. En México no sólo fue la tecnología la que sustituyó al papel en los diarios sino su contenido.

La gran derrota de los periódicos diarios fue el triunfo de Morena en las elecciones para la Presidencia dela república y no porque era necesario arrebatarles el dinero que los medios convencionales le robaban a los mexicanos vía funcionarios públicos sino porque todos esos medios que ahora se quejan de agresión a los periodistas, adoptaron el papel de partidos políticos de oposición y desde la campaña repitieron hasta el aburrimiento que el actual Presidente era un peligro para México.

En esos medios que ahora frivolizan la información, se reprodujeron afirmaciones de reporteros, columnistas y analistas sobre el negro futuro del país si se atrevieran a votar por López Obrador. El triunfo de éste fue su derrota. La credibilidad de los medios que se autodenominaban fuertes, quedó anulada.

Esos medios aseguraban que el peso llegaría a 50 pesos, que nos quitarían el refrigerador para dárselo a los pobres, que la gasolina se dispararía a niveles inalcanzables, que la hambruna n forzaría a comer de los basureros, que la inversión nacional se iba a detener y la inversión extranjera a alejar. Nada de eso sucedió y mientras se comprobaba que sus fantasías se derrumbaban su credibilidad se desgastaba como jabín en el agua.

Ahora esos medios, o lo que queda de ellos, estrenan enemigo, son los medios que surgen con la tecnología, pero, sobre todo, de los vacíos que fueron dejando esos medios que manipulaban a la sociedad mexicana, asegurando que en tiempos del autoritarismo todo estaba bien, mientras ellos robaban a manos llenas y el país se hundía.

Los medios convencionales de comunicación difundían propaganda a través de personajes que se autodenominaron líderes de opción y a los buenos resultados de su manipulación le nombraron opinión pública. Esos mismos personajes ahora muestra que no son periodistas, ni comunicadores. Están más cerca de la publicidad que del periodismo y más alejados de la verdad que de la falta de profesionalismo; sin embargo, insisten en tratar de engañar con su sola presencia e intentar rescatar de la ignominia su prestigio inútilmente.

Se ha comprobado una y otra vez que el periodismo que se padecía en el pasado quedó atrás, aunque hay todavía algunos discapacitados de la información que cosieran que pueden seguir consumiendo la basura de optimismo injustificado y la mentira financiada por los poderosos que no entienden la evolución de la especie.

Lo extraño es que todavía tengan público, conformado por los nostálgicos de la fantasía, que quieren un país que no les muestre la realidad, que parezca que estamos en otro país y que las diferencias sociales sólo existen en la versión distorsionada de la realidad de los pesimistas, de los que no saben, de los sin futuro.

La lectura en papel no es cosa del pasado sino una muestra de que cuando los medios ejercieron el periodismo desde siempre, hay lectores fieles, pero cuando su contenido cambia de acuerdo con el gobierno que les da más dinero, fenecen ahogados en sus propias mentiras. Y hay todavía quienes disfrutan cuando les mienten.

Ahora los medios tratan de crear un público nuevo, frívolo, sin compromiso social, con noticias individuales y no problemas sociales, con gente que lo único que les interesa son los resultados del futbol, a ver que carrito llegó primero en la autopista y las peleas de boxeo.

La gran derrota de los medios se la infligieron ellos mismos, su tradición de dependencia con el gobierno, su complicidad en la pobreza de México, su coincidencia ancestral por las mentiras, los coloca como una rara especie en extinción, que nunca debió existir.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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