Entre la política y la ética

Aristóteles, filósofo griego, aseguraba que la política no era algo factible para los jóvenes, pues la política (como la ética) no consiste en un aprendizaje de manual, sino que tiene que ver con la experiencia. Decía: “el fin de la política no es conocimiento, sino la acción”; lo mismo que es para la ética.

Ahora, esto puede llevar a pensar que los políticos deben ser personas con suficiente experiencia, principalmente, en la toma de decisiones. Razón y discurso con el que se presenta Santiago Creel, por ejemplo.

También, se puede deducir que dicha experiencia ha de obtenerse por medio de una carrera, de modo que ser hoy diputado, mañana gobernador de un estado y en un futuro senador o presidente de una nación, parece ser una vía aceptable. Un discurso que suele presentarse como argumento, justificado o no, en varios debates.

Sin embargo, la cosa no es así del todo. Para Aristóteles, como ya se dijo, la base de la política es la ética y si bien lo importante es la experiencia, esta no se relaciona con tener o hacer una carrera como tal, sino de ejercer la rectitud; con el ser bueno, mas no conocer lo que es bueno, pues de nada sirve esto si no se actúa.

En México, como se sabrá, no es nada nuevo que los políticos van de aquí para allá. Muchas veces sin mostrar ni dejar buenos dividendos durante su gestión en cualquier cargo. Pero eso es, hasta cierto punto entendible, porque gobernar no es algo sencillo (a la par que es el trabajo legislativo; también complejo). Aunque las razones de la pobreza política, en el país, parecen ser otras.

Ciertamente, gobernar es complicado y puede llegar a ser muy desgastante. Por esa razón, por ejemplo, Liz Trauss renunció en menos de dos meses tras asumir el cargo de primer ministro en Gran Bretaña, pues no soportó la presión y la complicada situación que se vivía en ese momento. 

No obstante, a pesar de lo complejo que puede ser gobernar, en México, las renuncias a los cargos o puestos políticos no son, en su mayoría, porque no puedan seguir, sino todo lo contrario; parece ser que son para continuar en la política.

Así pasó con Alejandro Moreno (“Alito”) cuando renunció a la gobernatura de Campeche, pues ser dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) le era más significativo. Y así está pasando con algunos personajes que pretenden ser los candidatos de Morena en las elecciones de 2024, como el ahora ex secretario de relaciones exteriores, Marcelo Ebrard.

Y esto es precisamente lo que causa conflicto. Ya Platón explicaba algunas razones del por qué a los filósofos no les interesa gobernar (no compensa) y por qué la sociedad debería presionarlos para hacerlo (pues tienen virtud).

Sin embargo, lejos de que la política sea desesperante, para algunos es encantadora. Y esto no es exclusivo de México. Recibir exigencias todos los días, incluso de cuestiones que no le compete a quien las recibe, parece ser mero trámite. Pero eso solo lo es para quienes no hallan la relación entre la política y la ética que llegó a mencionar Aristóteles.

Por tanto, la imagen de político en México es cercano a un indolente. Y quizá sea una de las razones de la apatía política y la mínima participación ciudadana en general, ya sea si es año electoral o no; del: “todos los políticos son iguales”.

En fin, habría que analizar más a fondo la situación que permita una visión holística. No obstante, eso no es posible en este espacio. Por lo pronto, quienes se disputarán algunos puestos en las elecciones de 2024, ya empezaron a mover ficha para continuar con su carrera política.

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