Dados los últimos acontecimientos en el espectro político, atreverse a negar que MORENA atraviesa por una crisis, sería tanto como negar que en México la oposición se encuentra al borde de la extinción, el problema es que, tanto unos como otros, se obstinan en negar la situación por la que atraviesan y la imagen negativa que permea hacia la sociedad. En el caso de MORENA, esta situación es aún más peligrosa dado el poder que ostenta a partir de la presidencia y los estados que gobierna, así como el número de legisladores que posee, pero más allá de eso, por la esperanza que ha albergado en los millones de mexicanos que aún se identifican con el movimiento.
Pero vayamos por partes: en lo personal soy afín a dicho movimiento de toda la vida, sin embargo, jamás he abandonado una postura crítica desde mi humilde militancia, así que, fiel a la autocrítica necesaria y declarándome partícipe de la política de gobierno encabezada por Claudia Sheinbaum, considero que en la coyuntura actual y a partir de la crisis de los partidos políticos, ha llegado la hora de abrir paso a un nuevo partido.
Sin embargo, no debe tratarse de un partido político que se convierta en automático en agencia de colocaciones de aquellos que han brincado de cargo en cargo para beneficiarse del oportunismo, tampoco debiera convertirse en un ente timorato alineado al poder bajo consideraciones pragmáticas o el cálculo político per se. Todo lo contrario, se requiere de una nueva fuerza que tenga entre su militancia, y, especialmente en su dirigencia, a mujeres y hombres comprometidos con causas en las que se anteponga el bienestar generalizado, no sólo como frase discursiva demagógica, sino como modelo de su actuar. Se requiere de un nuevo partido que tenga plena conciencia de lo que realmente anhela la sociedad tomando como referencia los aciertos y errores de la política existente y que se aleje por completo de las decimonónicas estructuras partidistas de toda la vida. Es decir, un partido que tenga capacidad de representar las demandas de la población y para trazar la ruta para su solución a partir de propuestas claras y sobre todo medibles.
Ese nuevo proyecto puede resultar clave en las elecciones intermedias de 2027 si apuesta por dejar en claro desde sus principios, que la democracia no se reduce a las elecciones, sino que implica fortalecer la participación ciudadana a partir de reconocer el aporte indudable de todos aquellos que se organizan en colectivos para representar verdaderas causas como las que hoy han abandonado todos los partidos, incluyendo a MORENA. Si ese fortalecimiento se acompaña desde un nuevo proyecto, puede convertirse en una fuerza poderosa, no sólo en el ámbito electoral, sino como herramienta garante de la verdadera democracia que hoy, incluso, fortalecería al propio gobierno de la República. De hecho, en cualquier democracia verdadera, el que la ciudadanía se involucre de manera permanente y activa a través de presentar sus propias propuestas, no puede significar otra cosa que un buen ejercicio de gobierno y la emancipación de todas y todos los que se dedican a mejorar las condiciones de vida de los mexicanos.
Por el momento estamos lejos de esa realidad, sin menoscabo de los esfuerzos de la presidenta de la República y de valiosas compañeras y compañeros que se mantienen fieles a sus principios, ya sea en el ejercicio de gobierno, en el ámbito legislativo o, incluso partidista. En contraste con éstos, se cuentan por cientos aquellos que muestran oídos sordos a demandas justas, peor aún, existen quienes menosprecian a los que opinan diferente, e incluso los descalifican, pero, a pesar de eso, sostengo que vale la pena destacar a los primeros sí, pero también señalar a los segundos, exigirles rectitud por encima de todas las cosas.
Por cierto, casualmente, hablando desde la sociedad civil organizada, algo llama la atención, precisamente los personajes que más pueden ser criticables en el movimiento son los mismos que utilizan el discurso en contra de quienes se organizan para transformar las realidades. A veces pareciera que se abandona la merecida crítica hacia el modelo de organización popular, para transmutarlo en desacreditación, aún y cuando se trate de compañeros que comparten dicho proyecto.
Finalmente, me parece que un nuevo partido, (de hecho, todo indica que sólo aparecerá una nueva propuesta), le hará bien a la sociedad, especialmente a la que se organiza permanentemente, pero, si me apuran un poco, también creo que le va a ser de beneficio al propio gobierno de la República, no porque éste se vuelva comparsa en automático, sino porque existen más coincidencias que diferencias, sobre todo porque se comparte proyecto y este va más encaminado a la consolidación de los ideales.
- Luis Tovar
Secretario General de la Fundación para la Defensa del Medio Ambiente.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios