El espectáculo del dinero y el silencio de la pobreza

Es difícil imaginar una situación como la que vivieron en días pasados, tripulantes y pasajeros del tristemente célebre sumergible Titán, quienes formaban parte de una expedición para conocer los restos del Titanic, hundido en 1912. De lo poco que se sabe sobre este hecho acontecido el 18 de junio pasado, queda sin conocer cómo fueron las últimas horas de los cinco integrantes del submarino, qué pasaría por sus cabezas, luego de perder contacto por tanto tiempo con el barco Polar Prince.

Al interior de dicha nave se encontraban, además del Fundador de la empresa que realizaba este tipo de excursiones (Ocean Gate) y un experto arqueólogo marino francés, viajaban además dos millonarios y el hijo de uno de ellos. De orígenes inglés y pakistaní, uno era dueño de una empresa de venta de jets y el otro vicepresidente de una empresa que pertenece al conglomerado Dawood, cuyos ingresos en 2022 fueron de $1200 millones de dólares. (https://www.perfil.com/noticias/internacional/el-tripulante-mas-joven-era-heredero-de-una-fortuna-estaba-aterrorizado-del-viaje-y-murio-a-los-19-anos.phtml#:~:text=El%20conglomerado%20Dawood%20incluye%20a,2%20mil%20millones)%20en%202022.)

No es de extrañar que tan pronto se dio aviso a las autoridades de Canadá, estas comenzaron la búsqueda con el apoyo de la marina de los Estados Unidos y también de Francia. Se usaron aviones militares y equipados para detectar sonidos, barcos de la guardia costera y dispositivos especializados para emprender dicha tarea a una profundidad aproximada de 4000 metros y a pesar de que las labores fueron intensas, se dio a conocer el desenlace trágico que todos sabemos.

Como anecdotario, ha corrido el rumor de que dicha movilización de tal cantidad de equipo técnico y humano ha tenido un costo estimado de 6 millones de dólares (https://www.20minutos.es/noticia/5140790/0/cuanto-cuesta-quien-ha-pagado-operacion-busqueda-rescate-submarino-desaparecido-titanic/), que aún no se sabe quién desembolsará, la empresa dueña del submarino, los familiares de los multimillonarios a bordo o como se sospecha, los contribuyentes de los países participantes y aunque la familia del empresario de origen pakistaní ha alzado la voz para pagar por el rescate de los restos de sus dos seres queridos, lo cierto es que aún se desconoce de dónde saldrá el dinero.

Sin duda este hecho hace recordar la tragedia ocurrida con el incendio que sufrió la catedral de Notre Dame en París, Francia, el 15 de abril de 2019, producto de un descuido mientras se realizaban obras de restauración en el techo de la obra arquitectónica. De inmediato se implementó en la zona un cerco y las autoridades hicieron uso de cuanto recurso tuvieron a la mano para ayudar a extinguir el fuego. Se dice que más de 500 bomberos trabajaron para apagar el incendio que tardó casi cinco horas en ser controlado. Macron, quien canceló un discurso con motivo de las manifestaciones de los Chalecos Amarillos (los reales, no las copias baratas región 4), prometió que la catedral sería reconstruida, porque era de todos los franceses. (https://www.nytimes.com/es/2019/04/15/espanol/notre-dame-incendio.html).

Entonces, en medio del revuelo mediático que causó la noticia, se unieron gobiernos extranjeros, especialistas, compañías internacionales y personalidades de distintos ámbitos, todos para ofrecer ayuda monetaria que facilitara la reconstrucción de la emblemática obra gótica y en cuestión de 24 horas, ya se tenían promesas de alrededor de 800 millones de euros en donaciones por parte de empresarios (https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Empresarios-franceses-donaran-800-millones-de-euros-para-reconstruccion-de-Notre-Dame-20190416-0073.html).

Con estos dos ejemplos queda de manifiesto que, cuando se quiere apoyar una causa, se puede ayudar hasta conseguirla, empleando cuanto recurso se tenga a la mano para lograr el objetivo, es cierto. Pero también es muy real que, nada es gratis y siempre que existe la posibilidad de por medio de tener algún beneficio, esa ayuda es más eficiente y expedita.

Cuando en 2015 fallecía ahogado con tan solo 3 años el niño migrante Aylan Kurdi, su hermano de 5 y la madre de ambos, a orillas de la playa Bodrum en Turquía, su fotografía le dio la vuelta al mundo en apenas unas horas. De inmediato Líderes de países europeos alzaron la voz “consternados” y “profundamente conmovidos” por dicho suceso y prometieron implementar estrategias para evitar que dichos acontecimientos volvieran a ocurrir. La realidad es que poco cambió. Los migrantes que huyen de países en conflicto a destinos europeos como Grecia, Italia o España, siguen sufriendo las mismas calamidades que sufrían antes de que un infante de 3 años apareciera recostado sobre la arena de mar, al día de hoy han muerto más migrantes, más niños, a razón de 2 por día se dijo tiempo después, y los líderes, que han ido y venido, voltean a otro lado. (https://www.elmundo.es/cultura/2016/08/21/57b88fff22601dfd7d8b4661.html)

También tenemos a la mano y más cerca de nuestras fronteras, concretamente las que colindan con los EEUU, el caso de los niños separados de sus padres migrantes que cruzaron al vecino país del norte para tener mejores oportunidades de vida. Allá en 2018 cuando el entonces presidente Donald Trump puso en marcha su política de tolerancia cero sobre la migración, deportaba a los indocumentados, pero quienes viajaban con menores no eran regresados con ellos. En ese entonces se contaban 545 niños que fueron arrancados de los brazos de sus padres a quienes se les trataba como “ilocalizables” en documentos judiciales (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54644543). Desde luego, en su momento muchos se inconformaron ante tremendo escándalo de derechos humanos proveniente de un país que trata de dar una imagen de moral impoluta y ayuda al más necesitado.

Sin embargo, luego de pasado el escándalo y la posterior elección que daría la bienvenida a Joseph Biden a la casa blanca, la situación migrante en los Estados Unidos poco o nada ha cambiado. De hecho, en Florida se promulgó una ley antiinmigrante que desató una “persecución” contra aquellos que fueran indocumentados así como a quienes dieran trabajo o les ayudaran de alguna manera (https://youtu.be/JD1-Jk0WdIQ).

Viene a colación entonces, el discurso del presidente López Obrador llevado a cabo durante el consejo de seguridad de las Naciones Unidas el 9 de noviembre de 2021, en el cual hace un llamado a combatir la frivolidad y opulencia de los más ricos y que tanto ellos como los países y empresas más grandes del mundo, sean un factor de cambio para acabar con la pobreza, principal factor de fondo para alcanzar la paz, pero también, para dar a quienes viven con menos de 2 dólares al día, la oportunidad de alejarse de las garras del crimen organizado y evitar las olas de migrantes que ponen en riesgo su vida, otorgándoles estudio, trabajo, salud y bienestar, los pilares rectores del proyecto de la cuarta transformación en México (https://lopezobrador.org.mx/2021/11/09/discurso-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador-en-el-consejo-de-seguridad-de-la-organizacion-de-las-naciones-unidas/).

Si bien, tanto con los actores políticos de los confines mexicanos, como con los grandes potentados globales, parece una labor “titánica” el cambiar la visión de que acaparar todo cuanto se pueda y sustituirla por un paradigma un poco más humano, en el que el pensamiento de “lo bien distribuido alcanza para todos”, tenga más fuerza sobre todo, al momento de tocar temas tan sensibles como las oleadas de personas en busca de ayuda. En nuestros días, las mareas que agitan los destinos de la gente, se mueven entre lo ocurrido con el defenestrado sumergible Titán y los otros mencionados y nos dejan como aprendizaje que, con las desgracias humanas nos empapemos de humanismo, ya que para el resto, la vida cobra más valor cuanto más dinero la respalda.

Usted, ¿qué opina?

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

Salir de la versión móvil