Desigualdad en el mundo: datos actualizados

Se publicó el informe Oxfam en su versión 2024, el cual analiza los datos más significativos sobre la desigualdad en el mundo, y vale la pena comentar algunos de ellos:

“Desde el año 2020, y durante los primeros años de esta década, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado con creces. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido”. La pandemia de Covid significó una transferencia de riqueza de los más pobres hacia los más ricos, lo que evidencia la falla evidente del sistema capitalista-liberal-globalizador. Si realmente hubiera Estados-Nación que representaran a las grandes mayorías, hubiera pasado exactamente lo contrario: la riqueza se hubiera repartido para ayudar a los desprotegidos, enfermos y pobres, justo cuando más lo necesitaban. Este dato debería obligar a la sociedad a repensar la forma en cómo funciona la economía, una vez más.

“Si cada uno de los cinco hombres más ricos gastase un millón de dólares estadounidenses diarios, les llevaría 476 años agotar su riqueza conjunta”. La acumulación de riqueza es insultante y absurda. No tiene sentido que nadie acumule tanta riqueza, pero, sobre todo, a costa de la clase trabajadora y con un sistemas económicos y políticos perversos que perpetúan este círculo vicioso. Si las clases trabajadoras estuvieran consientes de esto y reflexionaran sobre su situación, habría revoluciones en todo el mundo.

México es un caso paradigmático si se habla de desigualdad porque, todavía, es uno de los países más desiguales del mundo, pero, al mismo tiempo, uno de los que tiene las mejores posibilidades de revertirlo. ¿Cómo?

  1. Fortalecer al Estado: un Estado fuerte (no obeso, grande y lento) es capaz de reaccionar y plantarse ante los abusos del poder empresarial. Un Estado fuerte es capaz de cobrar los impuestos que le toca a cada quien, y también mecanismos de vigilancia para que el presupuesto se reparta de manera justa. Por ello, una ideología como el liberalismo es una idea absurda porque promueve la “libertad del zorro en el gallinero” y ello, en términos económicos, significa la creación de monopolios que distorsionan precios y destruyen el tejido empresarial que genera empleos para la mayoría de la población. También, un Estado fuerte provee de salud, educación, seguridad y oportunidades para quienes lo necesitan, y no, no se trata de ser dependiente del Estado, se trata de tener mecanismos de inserción y ayuda para aquellos que más lo necesitan.
  2. Regular el sector privado: la desregulación o neoliberalismo es la receta perfecta para aumentar desigualdades y violencia y México lo sabe perfectamente. Limitar los excesos del capital, y al mismo tiempo, generar confianza para atraer inversión. Es un justo medio difícil de lograr, pero es la única manera de no solo crecer económicamente, sino de desarrollarse, que es un concepto más complejo porque implica atraer flujos económicos y procurar que estos se distribuyan de forma justa en la sociedad.
  3. Reinventar al sector empresarial: México necesita un sector empresarial menos egoísta y más consciente, que cuide y pague mejor a sus trabajadores si puede hacerlo, y si no, al menos que no incurra en prácticas legaloides para disminuir sus derechos. No se necesitan empresas que intenten evadir impuestos a toda costa, sino que promuevan mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en su uso; y por último pero no menos importante: empresas que piensen beneficiar a la comunidad en donde se sitúan a través de prácticas de Responsabilidad Social, y no solo aumentar el saldo del bolsillo de sus accionistas.

Esta triada, llevada a cabo correctamente, implicaría liberar el potencial de desarrollo que tiene México hasta lugares insospechados.

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