El Cártel de Sinaloa enfrenta una crisis sin precedentes que ha llevado a la pérdida de territorios clave en todo México, principalmente a manos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y otros grupos rivales. Esta declinación se acentúa con una guerra interna que mantienen desde hace casi un año tras la supuesta entrega de “El Mayo” Zambada al FBI.
Según informes de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Fiscalía General de la República y autoridades locales, citados en una investigación de El Sol de México, en Chiapas, el CJNG y el Cártel de Chiapas y Guatemala expulsan a los sinaloenses de la estratégica Ruta del Pacífico, mientras que en Jalisco los Altos, como Teocaltiche, son escenario de violentas pugnas que mantienen sumida a la región en una ola de violencia y desapariciones.

Sonora, paso obligado hacia Estados Unidos, también se ha convertido en campo de batalla donde “El Chapo” Isidro, líder de Los Beltrán Leyva, y el Cártel de Caborca, dirigido por “El Pelo Chino”, han arrebatado terreno a los sinaloenses. En Chihuahua, La Línea, brazo armado del extinto Cártel de Juárez, domina ya 42 municipios, dejando al Cártel de Sinaloa con apenas 13 bastiones, y en zonas como Madera y Guadalupe y Calvo la violencia se intensifica con enfrentamientos armados y desplazamientos forzados. La guerra interna en Tijuana entre “Los Chapitos” y “Los Rusos” también refleja la fractura dentro del cártel.
Este declive marca el fin de la hegemonía sinaloense, dando paso a un mapa criminal fragmentado donde múltiples grupos luchan por el control de rutas, territorios y poder. De un imperio criminal consolidado, el Cártel de Sinaloa ha pasado a defender sus últimos territorios frente a rivales cada vez más agresivos y una fractura interna que no cede.
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