De Medusas y Ateneas

Opinión de Magda García

La mujer es la mitad de la población mundial…y madre de la otra mitad.

En la mitología griega se hablaba de un monstruo espantoso que aterró durante generaciones a los habitantes de la antigua Grecia. Se trataba de una mujer, en cuya cabeza, en lugar de cabellos colgaban feroces serpientes. Lo más horripilante era, que, si le mirabas a los ojos, serías convertido al instante en una figura de roca; en su morada quedaron los cuerpos petrificados de miles de hombres que trataron inútilmente de aniquilar al espeluznante ser.

Seguramente han escuchado o leído sobre este ser mitológico: la Medusa; que, dicho sea de paso, fue asesinada por el heroico Perseo; quien aprovechando el pulido acabado espejo de su escudo, para que la medusa se mirara a sí misma y se petrificase, le cortó la cabeza.

Perseo, con la cabeza de Medusa en su poder, simboliza hasta nuestros días, un sometimiento del género femenino, se ha utilizado para satirizar a aquellas mujeres que osadamente buscan el poder, su imagen ha sido utilizada para tratar de agredir y minimizar a personajes como Angela Merkel y Hilary Clinton.

La leyenda de Medusa es una popular historia que regularmente no se cuenta completa.

La Medusa, solía ser una mujer hermosa, la única mortal de tres hermanas llamadas gorgonas. Su belleza era tal, que cautivó a Poseidón, dios del mar. Poseidón, violó a Medusa en el templo sagrado de Atenea. Esta última, furiosa por la profanación de su templo, se dispuso a cobrar venganza; ¿castigando a su propio padre? ¡De ninguna manera!; castigando a la mujer abusada y condenándola a ser en adelante el monstruo al que nadie podía mirar a la cara. En la historia se enfatiza que Medusa fue vencida por Perseo; pero su principal victimaria fue en realidad Atenea, una mujer.

Aduzco esta historia por la reciente celebración del día de las madres, principalmente, la celebración en el estado de Monterrey. Un grupo de feministas irrumpió el festejo organizado por el gobierno estatal protestando que no había nada que celebrar, dados los lamentables hechos relacionados con la desaparición de mujeres. En los comentarios de las redes sociales aparecieron reclamaciones de mujeres que exigían su derecho a celebrar; alguien decía, por ejemplo: ¿y qué culpa tenemos nosotras? ¿Por qué no vamos a poder celebrar por que una mujer esté desaparecida? No es culpa nuestra. Aunque hay cierta razón en dicho comentario, también subyace cierta responsabilidad en aquellas mujeres que no se interesan por una problemática que involucra al género femenino, que no abrazan las causas de feminicidios como propias, porque no entienden que podrían ser las siguientes en la funesta lista.

Por otro lado, la celebración en el Estado de México, encabezada por el gobernador Alfredo del Mazo, hizo gala con la entrega de las llamadas tarjetas rosas. Sigue llamando la atención, la campaña galopante entre las mujeres; y que paradójicamente se trate del estado con mayor número de feminicidios en el último año y en el tercer trimestre de este 2022. Son mujeres su músculo electoral; quienes siguen perpetuando el poder de aquel grupo político que en absoluto ha garantizado la seguridad para los ciudadanos; en particular, la seguridad de las mujeres.

El día de las madres, el día de la mujer, deben servir para recordar el poder latente de las mujeres para generar cambios sociales; su poder para derribar patrones de conducta machista, su poder para generar cambios desde su participación política y electoral. Mary Wollstonecraft decía: No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas.

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