Cuauhtémoc y Porfirio, de la gloria al precipicio

Opinión de Norman F. Pearl

A fines del año 1987, México vivía con ilusión un episodio inédito, el PRI se enfrascaba en una lucha intestina entre los conservadores y su disidencia (corriente democrática) estos, esgrimían argumentos válidos en su forma: criticaban el rumbo neoliberal que se orientaba en la economía del país, pero, en especial, se oponían a que siguiera siendo potestad del gobernante en turno la selección del candidato presidencial del partido, que hasta ese momento, siempre había ganado los comicios específicos con cierta comodidad. Entre los detractores, se encontraba un hijo del general Lázaro Cárdenas, quien demandaba la candidatura para sí mismo. Le acompañaban en ese camino, figuras notables por su incuestionable trayectoria política y administrativa.

Así vimos a Ifigenia Martínez, Rodolfo González Guevara y a un locuaz Porfirio Muñoz Ledo, que ya daba muestras de una ambición permanente que le acompañaría toda su vida. Debemos tener presente en todo espacio del texto, el presidente Lázaro Cárdenas del Río, quién gobernara México en el periodo 1934-1940, tuvo un gobierno humanista, y cercano, muy cercano, a la gente.

Es él, quien, en beneficio de las mayorías, decide expropiar la industria petrolera que estaba en manos del extranjero. También, inicia la reforma agraria en todo el país, expropiando a los latifundistas. Estos hechos, y muchos más, no pasarían desapercibidos para una población que agradecía, por fin, un presidente estuviera con los desposeídos.

La popularidad del presidente Cárdenas, (“tata Lázaro” para muchos) tuvo una larga vigencia que favoreció en todo momento el camino político emprendido por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, su hijo.

A la salida del PRI, la corriente democrática, empezó sus trabajos para consolidar una candidatura opositora importante. Impondrían a Cuauhtémoc como una figura que replicaría los resultados de su padre.

En Octubre de 1987, el PARM (Partido Auténtico de la Revolución Mexicana) también llamado el “partido de los generales” (Barragán y Treviño), que se habían escindido del “partidazo”, registraban a Cárdenas como candidato a la presidencia de la República. En 1988, la izquierda constituida por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), el Partido Mexicano Socialista (PMS) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) así como importantes organizaciones civiles, conformarían el FDN (Frente democrático Nacional) y también le postularían.

La elección de 1988, mostró el hastío de la población y aunque no logró romper la hegemonía del partido eterno, ya evidenciaba su incipiente fragilidad. Cárdenas demostró ser el candidato ideal en ese momento.

Al hijo del general le alcanzaría para volver a ser candidato presidencial en 1994 y el año 2000 bajo las siglas del PRD con resultados desastrosos para sus expectativas (tercer lugar). Antes del 2000, habría ejercido con autoridad su herencia ganando cómodamente la jefatura de gobierno del Distrito Federal en 1997, capitalizando magistralmente sus orígenes y la circunstancia de que el Distrito Federal era la vanguardia de la izquierda en nuestro país. Hasta ahí llegarían los inmerecidos beneficios paternos.

A principios de 2005, Cuauhtémoc Cárdenas, “el iluminado” arrancaba su precampaña para la contienda de 2006 en el PRD, haciendo caso omiso de sus fracasos y el cambio generacional que ya no reconocía sus apellidos.

Andrés Manuel López Obrador, había hecho un gobierno espléndido y estaba mucho mejor posicionado para esa candidatura habiéndolo demostrado con creces al ganar la elección presidencial. No obstante los resultados, Cárdenas, a partir de ese momento, mostraría sin ambages sus odios y rencores contra el presidente, descalificando cada una de sus acciones.

La vida política de Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, no es muy distinta. Su ambición por el poder o su cercanía con el mismo lo delata. Baste recordar su pasado adulador con el gobierno criminal de Luis Echeverría Álvarez a quien sirvió como secretario del trabajo. Sus asesorías pagadas a Vicente Fox y a Miguel Ángel Mancera, la solidaridad y apoyo reciente a Movimiento Ciudadano. todos adversarios y depredadores del pueblo mexicano.

Nadie puede negar sus recorridos acomodaticios explícitos con el PRI, PRD, PAN, PARM, PT, y MC., para él todo es lo mismo, solo una posibilidad concreta para obtener alguna cuota de poder. Deliberadamente no puse a Morena como parte de su recorrido porque nunca fue militante. Puedo confirmar a Porfirio le regalaron una diputación plurinominal como externo, que le permitió asumir -por cortesía- la presidencia de la mesa directiva por un año. En 2021, exigía le volvieran a dar otra diputación en las mismas condiciones (aceptando su condición de externo)

Algunos se preguntan ¿y cómo quería ser presidente de Morena sin ser militante? La respuesta es muy simple: el INE lo habilitó con evidencia documental falsa y la CNHJ del partido lo avaló.

Hace unos cuantos meses, Muñoz Ledo, sin escrúpulo alguno soltó el falso rumor que el gobierno de México le ofrecía la embajada de México en Cuba. Algo grotesco, pues el no debe representar a un gobierno, que en su opinión y sin prueba alguna, tiene nexos con el narcotráfico. Este sujeto es capaz de vender su alma al mismo diablo si encontrara algún beneficio.

Para terminar, quiero compartir un testimonio que escribí y comenté en varios medios con anterioridad, y lo hago, porque no ha perdido su vigencia. En 2006, Andrés Manuel López Obrador cerraba su campaña en el zócalo de la ciudad de México, que presentaba un lleno absoluto. El conductor del evento, con mucho entusiasmo, presentaba al orador que daría inicio al importante acto político. Se trataba de un desprestigiado individuo que mucha gente le había seguido la pista. Si, era Porfirio Muñóz Ledo, el “ajonjolí de todos los moles”, el que se había postrado ante Fox y tantos otros actores en busca de migajas indignas. Los seguidores del candidato y sus simpatizantes lo recibieron con la silbatina mas larga y estruendosa que escuché en toda mi vida, desaprobando su larga conducta pendenciera y arribista.

Cuauhtémoc Cárdenas tiene 88 años y Porfirio 89, ambos viven en plena senectud, es decir la ultima fase de sus inviernos. Sin embargo, no podemos atribuir sus envidias, odios, rencores, y ataques hacia el presidente por esas razones cronológicas, siempre pensaron que ellos, y nadie más, lo merecían todo.

Cierro parafraseando a San Francisco de Asis en un mensaje para los ambiciosos.

“Tengo poco, pero esto resulta mucho en lo que necesito para ser feliz”

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