Un hospital en el sur de Israel fue alcanzado por un misil iraní, lo que desató una rápida respuesta militar por parte del Ejército israelí. El ataque dejó daños materiales significativos y provocó heridas a varios civiles, aunque no hubo heridos graves.

El primer ministro Benjamin Netanyahu aseguró que Teherán pagará por este ataque. En respuesta, Israel lanzó ataques a objetivos nucleares en Irán, impactando instalaciones en Arak, Isfahán y Natanz.
El Ejército israelí había anunciado inicialmente impactos en la planta de Bushehr, pero luego corrigió la información. La planta es la única en funcionamiento en Irán y alberga a técnicos rusos. Un vocero del ejército descartó el ataque en Bushehr, enfocándose en el reactor inactivo de Arak.
Fuentes militares israelíes informaron que el objetivo del ataque era impedir que Irán restaurara su capacidad nuclear, destruyendo componentes clave para la producción de plutonio. Las autoridades iraníes aseguraron que el personal de la planta fue evacuado y que no hay riesgo de radiación
El misil iraní impactó el hospital Soroka en Beersheva, causando daños en la fachada y el área de cirugía. La ofensiva obligó a evacuar a pacientes en sillas de ruedas, y 47 personas resultaron heridas, según Magen David Adom.
Netanyahu condenó el ataque en redes sociales, prometiendo que Israel exigirá cuentas a Teherán. El ministro de Defensa, Israel Katz, también se pronunció, afirmando que el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, no puede seguir existiendo.
En el ámbito internacional, el presidente ruso Vladimir Putin y el líder chino Xi Jinping se opusieron a la ofensiva israelí y pidieron una desescalada. El ministro de Relaciones Exteriores de Francia también expresó la disposición de Europa para reiniciar esfuerzos diplomáticos en el conflicto.
Mientras tanto, el conflicto continúa intensificándose, dejando a la región en un estado de alta tensión.

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