Angustias sociopolíticas

Angustia, miedo y terror

La angustia es un estado afectivo que todos hemos experimentado. Se trata de una reacción irreflexiva frente a la inminencia de un peligro; es una manifestación del impulso de autoconservación. Herr Dr. Freud explica que hay dos tipos de angustias: las realistas y las neuróticas. En el primer caso se trata de una respuesta “muy racional y comprensible” ante la percepción certera de que algo malo nos puede suceder en breve. En el segundo caso, el estado de angustia se origina a partir de una percepción errónea, al punto de que quienes sufren angustia neurótica prevén, de entre todas las posibilidades, siempre la más terrible. La angustia, tanto la realista como la neurótica, se anticipa al evento peligroso. Por su parte, el miedo provoca que quienes lo experimentan dirijan toda su atención al peligro. La angustia es una reacción automática e involuntaria, mientras que el miedo es una emoción más compleja que implica la evaluación consciente del peligro. Finalmente, el terror resalta el efecto de un peligro que no se recibió sin la preparación anímica que de alguna manera se genera mediante los estados de angustia. La angustia nos protege del terror.

Terror sociopolítico

Prometo no espoiliarles nada, ¿pero ya vieron Leave the world behind? —Dejar el mundo atrás—. Leave the World Behind es una película realizada el año pasado. Se puede ver en Netflix, desde donde se promociona como una película de terror psicológico. Sí, de alguna manera lo es. Sin embargo, yo precisaría que es una película de terror psicológico, sociológico y, sobre todo, sociopolítico. Como lo leen: terror sociopolítico. La dirige Sam Esmail y la protagonizan Julia Roberts, Ethan Hawke y Mahershala Ali. La cinta cuenta la historia de dos familias que pasan un fin de semana en una casa de campo en Long Island. De pronto, el mundo comienza a dar muestras de un desbarajuste generalizado y severo: entre otras cosas, todos los dispositivos de comunicación digital dejan de funcionar. El colapso se percibe. Más allá de los detalles de la trama, desde los primeros minutos, y la película dura casi dos horas y media, se evidencia la enorme vulnerabilidad de las sociedades contemporáneas: sin televisión, sin radio, sin celulares, sin GPS, sin conexión a la web, somos algo así como Robinson Crusoes, aislados y en principio inútiles, aislados en multitud, totalmente ajenos y desconocedores de lo que pasa en el mundo más allá de nuestras narices, es decir, más allá de lo que nuestros pobres sentidos alcancen a ver. En Leave the World Behind realmente ocurren cosas, hechos fácticos contundentemente perceptibles, pero sin sus dispositivos los personajes son incapaces de saber por qué suceden, qué significan, no pueden interpretarlos, no pueden interpretar la realidad —ojo: la psicosis es la interpretación incorrecta de la realidad—.

Miedo global

Las cosas en el mundo están color de hormiga. La oligarquía global, gran responsable del desbarajuste planetario, lo reconoce así. El Foro Económico Mundial hace unos días dio a conocer su Global Risks Report 2024. Prospectan un panorama mundial angustiante. Destacan dos componentes contextuales: la aceleración vertiginosa del cambio tecnológico y la incertidumbre económica, a lo que hay que agregar dos crisis en marcha: el cambio climático y los conflictos geopolíticos. “Las tensiones geopolíticas combinadas con el estallido de hostilidades abiertas en múltiples regiones, señala el reporte, están contribuyendo a un orden global inestable caracterizado por narrativas polarizadoras, erosión de la confianza e inseguridad”. Cierto: demasiados actores en conflicto, unos a punto de pasar a las agresiones militares y otros ya matándose entre sí.  Cierto, en este escenario, y con la pandemia tan cerca —aunque nos empecinemos en olvidarla—, imposible sentirse seguros y confiados en el mañana. Pero discrepo en algo: referirse a “narrativas polarizadoras” es culpar de alguna manera a las dichosas narrativas, como si en realidad, si no se hablara de los problemas, estos desaparecieran, y no: independientemente de las narrativas, la realidad misma es la que está efectivamente polarizada. Global Risks Report lamenta que el mundo esté ahogado por titulares desalentadores que “no tienen fronteras, se comparten habitualmente, y generan una sensación de frustración con el estatus quo es cada vez más palpable”. Sí, el tsunami diario de malas noticias. Pero no podía esperarse otra cosa. Es evidente que la cosa está que arde. ¿Pero son la desinformación y la información falsa las culpables de que el mundo se perciba tan embroncado? No, el mundo está realmente en serias contrariedades. Si en México vivimos una situación en la que desde hace casi seis años los medios tradicionales se han empecinado en hacernos creer que vivimos el apocalipsis a cuenta y cargo del malvado López y la 4T, en la mediósfera mundial más bien se ha banalizado la gravedad del momento histórico que nos tocó vivir a nivel mundial. No es que no se difundan las malas noticias con “titulares desalentadores”, es que se difunden junto con una plétora de tonterías, a través de los mismos canales, con el mismo peso… 

Percepción del peligro

Los resultados más recientes de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana indican que, al cuarto trimestre de 2023, la percepción de la inseguridad a nivel nacional se ubica en 59% Nunca a lo largo de los años, desde que el INEGI realiza esa medición, la percepción de la inseguridad había sido tan baja. Jamás había sido tan alta la proporción de la gente que no se siente insegura en las principales ciudades de México. La campaña machacona de los medios tradicionales, la oposición y sus comentócratas no ha funcionado. Por más alarmismo, amarillismo y nota roja ampliada…, la mayoría de la gente no está percibiendo mal la realidad.

Angustia neurótica

El señor Rabioso, perdón, Raymundo, Rabia a Palacio, perdón, Rivapalacio, publicó el 23 de enero un texto que muestra que alguien necesita urgentemente atención psiquiátrica. Se titula “Las trampas de la mañanera”. Inicia dando cuenta de los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana. Enseguida, los pone en duda: “la encuesta provocó sorpresa, porque los delitos continúan al alza y los asesinatos siguen subiendo en niveles inéditos”. Lo que afirma, lo afirma por sus pistolas, sin datos. ¿Y cómo explica el editorialista que la gente no perciba la realidad que él dice que es real? ¿Cómo explica que la mayoría de la ciudadanía en México no crea que el país esté viviendo en el Apocalipsis que él lleva años reportando? Textual, Rivapalacio aduce:

López Obrador ha logrado imponer su narrativa sacudiéndose su responsabilidad y adjudicando la violencia al pasado, con frases como el que todos los días se reúne el gabinete de seguridad para revisar los índices delictivos, logrando la hipnosis colectiva que entiende como algo bueno el que lo hagan –pese a los terribles resultados en la materia– y no como un fracaso.

Con todo y su pésima redacción, según este señor, AMLO nos tiene hipnotizados.

Preocupación realista

¿Hipnosis colectiva? Recordemos el expresidente ecuatoriano Rafael Correa fue condenado, sin existir ni una sola prueba incriminatoria contra él, sobre la base del “influjo psíquico” sobre los hechos que según los jueces ejerció por ser el presidente. Así que, si bien resulta bastante sano reírse de las tonterías a las que ha llegado la oposición y sus voceritos, quizá convenga mantener un foco encendido. Si pudieran, mandarían encarcelar a la mayoría democrática que, como ya vino a decir Zedillo, pone en riesgo a la democracia.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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