El gobierno de Donald Trump abrió el pasado martes en Florida el centro de detención “Alligator Alcatraz”, ubicado en los Everglades, donde migrantes en situación irregular estarán rodeados por caimanes de hasta cuatro metros.
El complejo, construido en solo ocho días, cuenta con capacidad para tres mil personas, más de 200 cámaras de seguridad, 8,500 metros de alambre de púas y 400 efectivos. En su inauguración, Trump bromeó sobre la baja probabilidad de escapar de los caimanes, causando controversia.
El primer grupo de migrantes llegó la noche del miércoles. Las autoridades aseguran que podrán permanecer desde días hasta meses, con acceso a atención médica, aire acondicionado, áreas de recreación y apoyo religioso. Sin embargo, activistas cuestionan las condiciones y el acceso a derechos legales y familiares.

Imágenes en redes muestran inundaciones dentro de las carpas tras fuertes lluvias previas a la apertura, lo que aumenta la preocupación sobre la seguridad y el trato a los detenidos.
Además, el Fiscal General de Florida, James Uthmeier, promociona una línea de mercancía con el nombre y símbolos del centro, como camisetas y gorras, lo que ha generado críticas sobre la mercantilización del lugar.
Las normas del centro establecen que los menores deben estar siempre separados de adultos no relacionados y bajo vigilancia constante, y se garantiza agua y alimentos especiales para mujeres embarazadas y personas con condiciones médicas.
La inauguración y funcionamiento de “Alligator Alcatraz” han desatado protestas y denuncias por parte de organizaciones de derechos humanos, que exigen supervisión independiente y respeto a los derechos de los migrantes.
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