Desde abril, en la administración Trump se baraja la posibilidad de lanzar ataques aéreos contra cárteles mexicanos. La propuesta —que había quedado en segundo plano— ha retomado fuerza en las últimas semanas, alimentando el debate sobre la soberanía de México y las medidas unilaterales de Estados Unidos.
Seis funcionarios estadounidenses, entre ellos Tom Homan, revelaron que el plan incluye operativos con drones contra objetivos estratégicos del narco, como líderes, vehículos o almacenes, y que aunque aún no hay decisión oficial, no se descartan acciones encubiertas sin el consentimiento del gobierno mexicano.

Estados Unidos ha incrementado sus vuelos de vigilancia sobre territorio mexicano, con autorización del actual gobierno. Según exfuncionarios, la Casa Blanca busca crear una plataforma de inteligencia para una ofensiva sin precedentes contra el crimen organizado, al que califica como amenaza para la seguridad nacional.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha enfatizado que “se rechaza cualquier forma de intervención o injerencia. México colabora, pero no se subordina”. Ha aclarado que el enfoque debe estar en las causas estructurales, la inteligencia y la coordinación, no en bombardeos desde el extranjero.
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