Ricardo Anaya, Senador plurinominal del PAN, expresó su “lamento” por el asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz. Sin embargo, su reacción tiene tintes de oportunismo. Es difícil creer que realmente le importe la vida de los colaboradores de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada.

Anaya exige transparencia en el caso, pero su interés parece ser más político que humano. La oposición de derecha ha demostrado repetidamente que aprovecha las tragedias para atacar al gobierno. Esto se asemeja a lo ocurrido con el Buque Escuela Cuauhtémoc, donde también se vieron beneficiados políticamente.
Mientras la sociedad busca justicia y respuestas, Anaya lanza acusaciones de “crimen de Estado”. Pero, ¿dónde estaba cuando otros casos de violencia han conmocionado al país? Su discurso es selectivo y carece de autenticidad.
La política no debería ser un escenario para manipular el dolor ajeno. La lucha por justicia es seria y debe estar libre de intereses partidistas. Anaya y su partido deberían reflexionar sobre su papel en esta situación. La tragedia no es un trampolín para ganar adeptos.

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