A un mes del aniversario número 50, del golpe de Estado den Chile, no podemos evitar hacer el paralelismo con México. El 11 de septiembre de 1973 las fuerzas armadas, comandadas por el general Augusto Pinochet tomaron a sangre y fuego el palacio de la Moneda, para erradicar el gobierno democrático de Salvador Allende.
La dictadura de Pinochet duró 17 años para dar cabida a una incipiente democracia que todavía no se consolida, prueba de ello es que la Constitución represiva y conservadora impuesta por el militar, sigue siendo vigente, a pesar de los plebiscitos donde la población, que decide conservarla.
México no se salvó del golpe de Estado provocando una dictadura. Victoriano Huerta, en complicidad con el general Manuel Mondragón y el empresario Cecilio Ocón, asesinaron a Madero y José María Pino Suárez, traicionando la Revolución Mexicana, cuyos intereses han colocado, desde esa fecha y hasta 2018, a los presidentes defensores de la oligarquía contra la que se levantó el pueblo de México en 1910. La dictadura producto del golpe de Estado de 1913 duró 90 años.
La dictadura en Chile duró 17 años, en México, se conmemoran 108 años del levantamiento popular derrotado. Porque toda la estructura económica y política de antes de la Revolución tomó el poder por asalto sólo que introdujo en su retórica la palabra revolución para confundir tanto a los campesinos analfabetas como los afrancesados conservadores ilustrados. Pero la Revolución murió con Villa y Zapata para darle vida nueva a los terratenientes y hacendados.
La complicidad de empresarios y políticos es la continuidad de los vicios que imperaban antes de la Revolución. A ningún presidente se le ocurrió denunciar la inercia de los intereses añejos que seguían controlando el país.
La tercera transformación ha sido una simulación que arrojó cambios gatopardistas que asombraron a algunos que estaban acostumbrados a que no pasaba nada en la política más allá de las reelecciones. La reelección fue de partido y no de personajes.
Como toda dictadura fue feroz con los disidentes, ahí está el caso del movimiento del 68, antes los crímenes contra los ferrocarrileros, los médicos y, posteriormente, la matanza del jueves de Corpus, aguas Blancas, Ayotzinapa, Tlatlaya, etc.
Las diferencias con la dictadura militar chilena son muchas, pero allá arrojaron a los golpistas del poder y, en México, debieron pasar más de 100 años para erradicar regímenes autoritarios.
Desde luego, que como sucedió en el breve periodo revolucionario, hay grupos que quieren que regrese la dictadura, y dicen si es necesario que haya un golpe de Estado, que se haga pronto, están dispuestos a financiarlo. La carne de cañón son algunos militares y una clase desinformada y poco avezada en la política y la historia.
Las cargas negativas del país no provienen de los 80 a la fecha, cuando entregó la economía Miguel del Madrid a los estadounidenses sino que nunca dejaron de poseerla los vecinos del norte. Sería ingenuo pensar que la revolución haya creado cambios porque nunca existieron; eso sí, se aprobaron leyes y se reformaron hasta su deformación pero nunca nada sucedió en los hechos.
Los poderes fácticos que imponían su voluntad antes de la revolución son los mismo que ahora se oponen a los cambios reales. Hemos vivido engañados, lo peor de todo es que consideramos que en Chile hubo una masacre contra los chilenos sin ver que en México hubo otras contra los mexicanos a manos de los golpistas que tienen como su Pinochet a Victoriano Huerta y sus seguidores que el PRI y sus antecedentes todavía intentan convertir en héroes pero no son más que traidores.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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